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Cuando se sueña con la casa ideal todos pensamos en un lugar bello y agradable, luminoso, caliente en invierno y fresco en verano, fácil de calentar y mantener, de aire limpio, que no ensucie el entorno, capaz de producir la energía que consume. Una casa idílica que podría estar inspirada en una novela de ciencia ficción, pero se trata de una realidad tan asequible como cualquier edificio convencional: las casas sustentables.

Las casas bioclimáticas (casas ecológicas) son aquellas que logran condiciones óptimas de habitabilidad con el mínimo consumo energético. Una vivienda diseñada inteligentemente, sana y autorregulada -idealmente autosuficiente-, donde la energía precisa para calentar el agua o las habitaciones procede en su mayor parte, si no toda, de fuentes naturales gratuitas. Donde se almacena la lluvia y el consumo de agua se reduce al reutilizarla y no desperdiciarla; construida con materiales no tóxicos, evitando zonas geopatógenas... Una vivienda cómoda y bella, armónica con el entorno vivo y, por consiguiente, con los humanos que la disfrutan.

Se trata de construir con espíritu práctico, diseñando casas ecológicas que tengan un mantenimiento barato, como las de antaño, cuando el derroche energético y la dependencia de fuentes no locales de energía (electricidad, gas, carbón o leña en exceso) eran impensables. E incorporando, a la vez, materiales y técnicas modernas que faciliten el ahorro y proporcionen comodidades.